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domingo, 10 de octubre de 2010

"Pueblo singular, de gente valerosa, pujante, con exóticos y bellísimos paisajes naturales"

Allauca… un paraje del ayer
Escribe Dr. José Ruz Meza (*).
Hermosa vista de la plaza mayor de Allauca
Para visitar el pintoresco distrito de Allauca, es necesario caminar varias horas por una trocha de camino desde el anexo Calachota, en la carretera Lunahuaná- Yauyos, luego de cinco horas de extenuante caminata se llega al anexo de Aucampi, a simple vista se puede apreciar que es uno de los distritos más olvidados de la querida Provincia de Yauyos, es un tanto empinado y empedrado en forma de escaleras interminables de más de dos horas, es así como se ingresa por fin al corazón de Allauca, allí al entrar al pueblo se puede apreciar una inscripción muy singular que yace en su pared de ingreso de color verde esmeralda, de allí un poeta anónimo ha plasmado unos versos.
Allauca…
bajo el tejado de
tu lindo amanecer,
vine a ver
parajes de mi ayer
que me hacen renacer.

Para mi fue un preludio de una grata estadía en dicho lugar, es grato saber que lejos de todo lo asfixiante de una ciudad populosa como San Vicente de Cañete de donde provengo, existía un lugar muy singular en donde el valor del dinero era secundario, en donde no había formalidades para vestirse, en donde no existe medio de comunicación, no hay radio ni televisión, es decir es simplemente uno fácilmente se desconecta del mundo real, estuve gratamente viviendo cerca de un mes y días, allí pude apreciar y constatar la amabilidad a la gente foránea, en su mayoría los allauquinos que se dedican al comercio, a la agricultura y ganadería en poca escala, pude apreciar como la palabra, el respeto y la comunicación entre ellos prevalece sobre todos, en dicha zona no existe Puesto Policial, sólo un Juez de Paz que imparte Justicia entre ellos si es el caso.
En dicho lugar existe un Colegio Primario – Secundario en la cual la Reforma Educativa del dictador Fujimori nunca pasó por allí, pero ante estas contingencias los estudiantes día a día concurrían alegres a que les imparta las clases los profesores venidos de Cañete y Lima, luego del colegio y de cumplidas sus faenas agrícolas los muchachos y niños por las tardes jugaban Voley, a veces en equipos mixtos y los hombres a darle duro a tras la pelota.
Fue así que fue transcurriendo mi estadía en esta hermosa paraje, en uno de esos días de trabajo quedé impresionado de la existencia de una Chaquitaclla (herramienta de trabajo del hombre agrícola incaico) allí encontré de seguro la más grande del mundo, ya que está media más de dos metros de larga con punta acerada la cual era manipulada diestramente por los campesinos de la zona quienes diaria y titánicamente hacen florecer los cerros marrones y duros de piedra en coloridos montes de verdor llenos de alfalfa, flores y pan llevar para el consumo de los paisanos.
Nunca me voy a olvidar de las anécdotas vividas, de la desintoxicación del alma y del cuerpo que pude desarrollar en dicho lugar, ya que en esos días de pernoctar pude vivir sin dinero alguno, todo era trueque y la confianza mutua de la palabra empeñada, no había luz artificial, ni agua potable, solo de noche existía velas y el fuego de la cocina rudimentaria a leña en donde se preparaban ricos potajes de la zona a base de papa, zapallo, chuño, morón, trigo, oca, quinua y carne seca (charqui), no se usa aderezo al cocinar, la verdad era la primera vez que no extrañaba a Cañete, mi tierra querida.
En Allauca, los pies del hombre descansa con los pies de los cóndores, confieso que aquí pasaría el resto de mi vida, aquí pasaría mil años de aire, meses, semanas de aire, entre porciones de ciento azulados como arrecife de la aurora entre encumbrosas cordilleras férreas, aquí las lluvias simplemente son suaves huracanes que a través de su paso copulan en los recintos solitarios de las piedras pálidas y únicas que en conjunto forman montañas pardas y pálidas, que mueren día a día con el trabajo tesonero, digno y ancestral que desplegan surco a surco el guerrero campesino, un paraíso en donde se impregnan el perfume autóctono de las incomparables de flores amarillas de las retamas y de las rosas silvestres rojo carmesí que adornan este hermoso e indescriptible paraje del ayer.
Algún día he de volver a tus brazos Allauca querido, para abrazar a esa gente amiga y campechana, volver para cantar y descansar sobre el verdor de tu valle, sobre tus vistosas y amarillentas retamas que cubren en armonía sus campos con el polen de piedra que se sumerge con el tiempo, desde allí apreciar nuevamente las siluetas y sombras de los cóndores que cruzan como naves negras tus campos y colinas buscando apoderarse de alguna alma llanera, quizá moribunda por el desamor de una mujer allauquina.
Es así como te recuerdo como un pueblo singular, de gente valerosa, pujante, con exóticos y bellísimos paisajes naturales, por ello simplemente concluyo, como decía el bate anónimo en su manifestación de tu recinto respeto a ti, el cual también sinceramente la comparto al escribir en este día eres Allauca… Un paraje del ayer…
*Abogado,  periodista y ecologista cañetano
Escribió este artículo en Allauca el 10.11.2004.

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